El principal instrumento que configuró Andalucía tal y como la conocemos, no podemos encontrarlo en tiempos islámicos, por la sencilla razón de que cuando nos referimos a Al-Andalus, no hablamos de Andalucía, sino de un entramado institucional administrativo que coordinaba la política de variadas regiones peninsulares dominadas por la media luna. Lo encontramos, precisamente, en la construcción de Andalucía como entidad a partir de la Reconquista, y su posterior Repoblación. Esto destierra los ideales simpatizantes con el Islam propios del andalucismo histórico, que no son más que una construcción idílica de Blas Infante propia de los pensamientos nacionalistas de principios del siglo XX.
No rehuyo el término Reconquista. Es más, lo apoyo de manera clara, por si queréis saberlo. Desde hace años, ha habido una corrección política (una más) en el ámbito de la Historia, que se refiere a la reconquista de ciudades andaluzas como "tomas", lo que para mi juicio es un eufemismo. Y para defender mi razonamiento, os expongo dos motivos. El primero, es básico, y como no soy amigo de frases complicadas, que a la postre, sólo encierran ideas sencillas, quiero haceros pensar en algo que consigáis después de haberlo perdido a manos de alguien: lo habréis retomado, lo que en un contexto de guerra como el de aquellos tiempos, sería una reconquista. Ligado a lo anterior, cuando se produjo la invasión islámica hace 1300 años, al poco tiempo, se gestó en las crónicas astures el concepto de restauración neogótica, esto es, volver a recuperar el reino visigótico con sede en Toledo, a lo que se le denominó como Reconquista.Así que no hablo de un término anacrónico o de un proyectismo contemporáneo, sino de un concepto de la misma época.
Paralelo a la Reconquista, se produjo la Repoblación. La repoblación en el caso de Andalucía permitió el asentamiento de población procedente de todos los rincones de los reinos peninsulares cristianos, en tierras de las que las gentes musulmanas fueron abandonando gradualmente hacia el Reino de Granada, conforme fue pasando el tiempo. La Repoblación generará, determinará y fijará la articulación del territorio agrario circundante y permitirá la creación de una estructural social y económica que permanecerá de manera ininterrumpida en Andalucía hasta el siglo XX.
Cuando hablamos de la Repoblación en Andalucía, es necesario tener en cuenta que el proceso repoblatorio consistía especialmente en la implantación de reglamentaciones jurídicas o fueros de ciudades reconquistadas tiempo atrás en las nuevas urbes arrebatadas a Al-Andalus. Por ello, el fuero de Toledo fue el que mayor aplicación tuvo en tierras andaluzas, aunque claro está, con numerosas alteraciones en función de las peculiaridades propias de frontera. Conforme esto ocurría, el poder del rey iba en aumento sobre la nobleza que se instalaba en las nuevas tierras, ya que la aparición de grupos sociales como los caballeros hidalgos o caballeros de cuantía recibían su consideración social de los buenos heredamientos o concesiones de tierras que el Rey les concedía.
Por otra parte, la Repoblación era un arma, en opinión del profesora Julio González, especialista en Historia Medieval. El territorio andaluz fue mucho tiempo una zona de guerra, una área geográfica susceptible de guerras, incursiones y revueltas como producto de encontrarse en la frontera entre Castilla y Granada, reinos enemigos durante mucho tiempo. Por eso, la configuración de la repoblación andaluza se estableció en base a tres fases: frontera, fortificación y repoblación .
La reactivación económica de las tierras fronterizas no era una cuestión menor para los monarcas. Éstos, sabedores de la necesidad que significaba la productividad en aquellas tierras para afianzar su poder mediante la instalación de nuevos pobladores, establecieron mecanismos cada vez más precisos y certeros en cuanto a materias de repartos de tierra. Esto favoreció que desde el poder real se creasen Repartimientos, que encerraban en sí todo un entramado jurídico, político y legislativo capaz de reorganizar el territorio reconquistado.
Pero, ¿cómo se produjo el desalojo de la población musulmana? ¿Fue un proceso completo o parcial? La nueva población cristiana, ¿permaneció mucho tiempo en las nuevas tierras o se marchó al poco tiempo? Son preguntas varias que requieren varias respuestas.
El desalojo de la población musulmana se basó en una triple fórmula:
a) Asalto: consistente en la toma por las armas de una plaza fuerte, los vencedores se repartían todo el botín de la batalla y la población derrotada era diezmada o prácticamente exterminada.Por ejemplo, en Quesada (1231) o Alcalá de Guadaira (1247) fue este el procedimiento empleado.
b) Capitulación: tras un breve asedio, se producía una breve negociación, por la que los vencidos podían llevarse sus bienes muebles consigo transportándolos. Así se lograron Córdoba (1236), Sevilla (1248) y Niebla (1262).
c) Pacto: Los vencidos podían conservar sus propiedades y su régimen de libertades, pagando tributos y siendo vasallos del rey. Esta modalidad fue muy extendida en su aplicación en el Reino de Jaén.
El problema es que en el caso de las últimas modalidades, los moros quedaban en muchos casos con prácticamente la totalidad de sus bienes o propiedades, lo que no dejaba mucho espacio legal para que los pobladores cristianos pudieran asentarse más que en tierras realengas situadas en la ciudad. Eso, a la postre, sería una de las causas que provocaron la insurrección conocida como Revuelta Mudéjar en 1264.
Una vez conquistada una plaza fuerte o ciudad, se procedía al botín y posteriormente, el repartimiento, como indicó Julio González. El botín consistía en una liquidación económica en concepto de compensación de los daños y pérdidas por guerra. El Repartimiento deberíamos enfocarlo así: un procedimiento legal para dotar a las ciudades de una base económica suficiente que garantizase su subsistencia.
Reconquista, de Tierra Santa.
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