El marxismo es una corriente de pensamiento que nació durante el siglo XIX en Europa, como consecuencia de la sociedad industrial. A pesar de que su fundador, Carlos Marx, intentó evitar que su pensamiento fuese tratado como un dogma de fe, y que se le diese a éste una pátina de divinidad, lo cierto y verdad es que a partir de sus sucesores, como su colaborador Friedrich Engels, se generó toda una parafernalia ideológica que derivó los principios austeros de Marx hacia una adoración religiosa que ha llegado aún hasta nuestros días, especialmente en los regímenes dictatoriales de Cuba y China (aunque en el coloso asiático la mayor importancia la tendría Mao Zedong).
Lo primero que tendríamos que esbozar es el paisaje social por el que el marxismo tuvo su génesis. La sociedad industrial no era más que el reflejo del triunfo de la burguesía tras los procesos revolucionarios de principios hasta mitad del siglo XX. La llegada de la burguesía supuso también la consecución de nuevos valores sociales, como el esfuerzo y el valor del dinero como símbolo de prestigio social,que a la postre, cristalizarían como principios discriminatorios, ya que esa meritocracia encerraría un sistema en el que las élites sociales dispondrían de unos privilegios, que aunque no estaban consagrados por derecho de nacimiento, sí lo eran como consecuencia de la práctica social.
La necesidad de mano de obra para los trabajos en los centros fabriles que gradualmente se iban desarrollando en las ciudades europeas permitió que parte de la población europea que residía y trabajaba en el campo se trasladara a las urbes. En vista de criterios económicos y de rendimiento, las familias recién llegadas se asentaban en barrios construidos de manera precaria cercanos a las fábricas. Estos lugares, conocidos como "países negros", eran poco más que zonas marginales. A las carencias de todo tipo (inexistencia de alumbrado público que ya se había desarrollado en ciertas capitales europeas, falta de alcantarillado, calles sin asfaltar...) se le sumaba la contaminación que impregnaba no sólo los muros de las viviendas y pisos de los obreros, sino también sus pulmones y sus condiciones de vida personales.
El trabajo en las fábricas era agotador. Largas jornadas de más de ocho horas a cambio de un sueldo ínfimo, despido libre por completo sin derecho a compensación económica, carencia de vacaciones y mucho menos de vacaciones pagadas y trabajo infantil eran características comunes a todas las ciudades industriales europeas de aquellos tiempos. A esto, se le sumaba la prolificidad de las familias obreras, que al no tener acceso a los primeros métodos anticonceptivos, tenían muchos hijos, lo que les valió el término de "proletarios", derivada de la palabra latina prole.
Sin embargo, no sería ningún obrero quien desarrollara lo que el marxismo venía a considerar. Sería un burgués, Carlos Marx, acompañado de su amigo Friedrich Engels, quienes analizarían el problema obrero.
En los próximos dos artículos, el marxismo será analizado desde un punto de vista ideológico (especialmente,abordaremos el método de análisis del materialismo histórico) y otro de su realidad en la práctica (los principios del movimiento obrero, las primeras dictaduras socialistas y en qué se ha convertido el socialismo en las últimas décadas en Europa).
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