Desde los tiempos clásicos, ya en la Atenas del siglo V a.C se reconocía la importancia de la retórica como un instrumento fundamental para la vida en una sociedad democrática como era la ateniense.La tradición oral había cristalizado en el mecanismo democrático bajo la forma de una necesidad y una herramienta fundamentales para todo aquel ciudadano que tuviera aspiraciones políticas. Pronto, se fue generando un compendio de conocimientos referentes a la retórica y a la dialéctica, que perdurarían hasta tiempos medievales, siendo pilares del Trivium y el Quadrivium prosiguiendo durante las épocas moderna y contemporánea, ya en menor medida en el último cuarto del siglo XX.
¿Por qué comienzo por aquí? Es sencillo. La retórica y la dialéctica eran recursos enfocados a conseguir en el público que escuchaba al orador una predisposición positiva hacia su discurso y persuadirlo de que dicho discurso era bueno y conveniente. No era un engaño, como aclaraba Aristóteles, simplemente consistía en ganarse la opinión de los asistentes hacia la causa que se defendía. En los últimos años, hemos asistido a cómo este noble arte ha sido sustituido por la carencia total de principios en las exposiciones de un mensaje oral y una chabacanería propia de las mentes podridas de la televisión actual. De esta manera, es muy difícil encontrar hoy día personajes políticos, por ejemplo, que sean capaces de persuadir a través de sus palabras, de un simple discurso, a la población. Los grandes personajes de la Historia (Cicerón, César, Churchill, Hitler o Gandhi) disponían de una facilidad innata de movilizar a quienes les escuchaban hacia una posición determinada, gracias al trabajo de la oratoria. Refieriéndonos de nuevo al tema de las oposiciones, recordad esto que os he dicho.
Defectos muy habituales en las exposiciones orales son:
-Falta de dicción: muy importante. Si no conseguimos que quien nos oye, nos escuche y nos entienda, da igual que tengamos una gran programación o unidad didáctica. Debemos esforzarnos en pronunciar correctamente y facilitar, siempre facilitar, el trabajo al Tribunal. No podemos cometer errores que puedan suponer que nuestro público se confunda al interpretar determinado término, y por supuesto, que puedan creer que es el contrario del que queremos decir.
-Ritmo monótono: en la retórica, un aspecto que se cuidaba mucho era evitar que el asistente a la disertación se aburriese. Si empleamos un tono monótono y monocromo, sin subidas ni bajadas de voz, sin resaltar con la voz aspectos que creamos interesantes ni crear silencios adecuados para la reflexión de lo dicho por nuestros oyentes, estamos trabajando para nada. Un buen fraseo de guitarra se recuerda no por demostrar gran maestría tocando muchas notas por segundo, sino por la lógica y acertada selección de sonido y silencios.
-Lenguaje corporal: desde que Goleman lo hiciese famoso a nivel mundial, se ha vuelto a entender la importancia de los gestos. Si pretendo convencer al público, no puedo aparecer titubeante, moviéndome sobre un pie u otro. No puedo quedarme parado mirando hacia el techo mientras hablo, ni meterme las manos en el bolsillo. Todos estos defectos indican solamente dos cosas: duda o inseguridad. Y ambas cosas, para ser profesor, son letales. Sólo imaginad un curso de treinta alumnos de 1ºESO a última hora un viernes. Si muestras un carácter poco enérgico, simplemente por tus gestos, conseguirás que el alumnado, muy sensible a esas cosas, poco a poco te gane la partida durante el transcurso de la hora.
-Eh...eh...: esto, muy habitual en lenguas como la inglesa en la que se conoce como "hesitations" o dudas, en nuestro idioma suena mal al oyente.Incide de nuevo en la sensación de dudas. Es inevitable, en algunos momentos, pero debemos esforzarnos en reducirlo al máximo durante nuestra intervención oral.
-Estatismo o dinamismo excesivos: muy ligado al lenguaje corporal. Si en una clase vamos a estar moviéndonos (escribir en la pizarra, atender a un alumno, pasear por entre los pupitres, estar atentos de si algún alumno charla o hace algo por debajo de la mesa...etc), no podemos transmitir la sensación en nuestra defensa de que estaremos quietos como una piedra. De la misma forma, un movimiento excesivo durante nuestra exposición puede marear al Tribunal. Quizás esto os parezca una estupidez, pero no lo es en absoluto.
-Completo convencimiento de que nuestro trabajo es el mejor: Uno de los aspectos que más valoro y admiro de la sociedad norteamericana es su capacidad para vender un producto, sea el que sea y por trivial que pueda parecer. Si uno reflexiona, no importa tanto el que el producto sea bueno sino el firme convencimiento de que no hay otro mejor. Evidentemente, si sabemos que nuestro producto es bueno, defenderemos mejor. Pero si nos ha tocado una unidad didáctica que no es demasiado beneficiosa para nuestros intereses, hay que salir a ganar y mostrar una gran seguridad. Hay que llevar todos los cables revisados, y si por azar, nos pueden encontrar algún tipo de fallo, rápidamente solucionarlo con una intervención enérgica y convincente. No dejéis nunca que un fallo quede demasiado tiempo a la vista sin que intervengáis, y por supuesto, nunca reconozcáis en público que ese tema no se domina, que no os convence o que estábais nerviosos. Esos argumentos no son argumentos, son excusas y pueden parece que queremos una atención como víctimas.
-Educación: la educación es la mejor carta de presentación de un opositor.Un detalle menor para muchos, pero es tan importante y vital como menor se pueda considerar.Tenemos que conseguir lo que los clásicos conocían como "captatio benevolientae", es decir, hacer que nuestros oyentes tengan una buena disposición hacia nosotros y puedan disculpar fallos posibles en nuestro discurso.Si hablamos de tú al Tribunal y con familiariadad (que raya en insolencia muchas veces) no vamos a conseguir mostrar corrección. Quizás esto os suena a arcaico y rancio, pero no olvidéis que enfrente tenéis un Tribunal, un conjunto de personas que representan en esos momentos a la Administración para la cual queréis trabajar. Si para rellenar una instancia que inicie un proceso administrativo empleáis fórmulas de cortesía, ¿por qué no con un Tribunal?.
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