domingo, 2 de enero de 2011

La demografía y la crisis: planteamiento (I).


Estoy seguro de que últimamente, entre las muchas noticias referidas a la crisis, habréis caído en que se está haciendo cada vez más referencia a un nuevo tipo de crisis que hasta ahora había permanecido oculta para los argumentos de economistas, historiadores y políticos: la crisis demográfica.

La importancia de este término, crisis demográfica, es tan grande, que nos afecta a todos y cada uno de los integrantes de la sociedad española actual. Ya sea para el cobro de pensiones, los cálculos de cotización de la Seguridad Social y la jubilación, la cuantía a percibir por ésta, los datos estadísticos de la Encuesta de Población Activa, las prestaciones por desempleo, las ayudas por maternidad, la configuración de los servicios públicos...encontramos razones suficientes como para preocuparnos e indagar un poco sobre ello.

Las sociedades modernas situadas ya en un período conocido como postindustrial se caracterizan por sus tasas de natalidad reducidas, unos grupos de edad adultos jóvenes comparativamente reducidos en comparación con los grupos de edad adultos mayores y un aumento cuantitativo de población anciana de más allá de los 65 años de edad. Por decirlo de una manera más sencilla, las poblaciones humanas de este tipo presentan un preocupante descenso de las tasas de natalidad, que reducen la posibilidad del "relevo generacional" y favorece el aumento de la edad en la población activa, que se encuentra abocada a una posible prolongación de su status de población activa por cuanto un porcentaje muy alto de la población pasiva está formado por población anciana en dependencia.

Analizaremos todo esto de manera pormenorizada a continuación:

GRUPOS DE EDAD INFANTIL (0-16 AÑOS).

Los cambios en los hábitos y formas sociales de una población postindustrial inciden de manera dramática en la procreación y la aparición de nuevos individuos jóvenes que continúen el desarrollo de la pirámide de población. El uso de métodos anticonceptivos (preservativo o píldoras), junto a la práctica de métodos abortivos, favorecen una reducción de la natalidad.Aparte, el modelo familiar tradicional ha sido roto y por ende, tanto padre como madre trabajadores, se ven obligados a planificar los hijos de pueden traer en tanto en cuanto sus posibilidades económicas se lo permitan. La carencia de estímulos para la natalidad en forma de ayudas y subvenciones por parte del Estado (o su retirada, como en este año 2011 en España), no contribuye en nada a mejorar la situación. Es por esto que las familias españolas, por regla general, y excluyendo a las familias de inmigrantes, están integradas por padre, madre y un hijo (máximo dos).

Los conceptos ideológicos y socioculturales de la población inmigrante sobre natalidad habían supuesto hace unos años un cierto repunte de la natalidad como consecuencia de su instalación en España. Sin embargo, esta tendencia alcista se ha visto interrumpida con la crisis. Un porcentaje de la población extranjera ha tenido que salir del país por la falta de trabajo, y la población residente, se ha visto forzada a reducir su prolificidad para poder sobrevivir. Además, las segundas generaciones de población inmigrante han asumido los roles socioculturales europeos, lo que significa continuar con el ritmo escaso de natalidad que vemos hoy día.

La población infantil posee una alta esperanza de vida, y esto es producto de la asistencia sanitaria española. Sin embargo, el volumen de individuos jóvenes que con el tiempo se aproximarán a la edad adulta demográfica, irá siendo cada vez más exiguo si lo comparamos con su futuro: para mantener el nivel de vida en el que ellos viven, serían necesarios más jóvenes y una prolongación de la vida laboral.

GRUPOS DE EDAD ADULTO (17-65 AÑOS).

Con la situación actual, creo que dentro del CIS y otros servicios demográficos se tendrá que barajar la opción de modificar las pirámides de población en cuanto a la hora de señalar el comienzo de la edad anciana, puesto que con los planes del Gobierno, la edad de jubilación se cifrará en los 67 años.

La población adulta joven se encuentra con grandes dificultades para encontrar su primer trabajo de calidad. Una ocupación que les permita iniciar procedimientos sociológicos y económicos tales como matrimonio, adquisición de primera vivienda y demás. Los trabajos que la población española joven consiguen en sus primeros pasos en la población activa están teñidos en un alto porcentaje de una precariedad total y altas de tasas de explotación laboral tomando siempre como modelo la calidad de vida de las sociedades postindustriales. De esta manera, se retrasan sucesos como los que describí anteriormente. Inversamente proporcional a lo anterior, la formación y la preparación para la cualificación que permita el desempeño de trabajos de cierta calidad han aumentado en muchos años la inclusión de un joven en el sector productivo definitivamente. La retirada de ayudas para la compra de la primera vivienda en conjunción con los fiascos de la política de fomento del alquiler de las Administraciones y el vergonzoso papel de determinados ministros de Vivienda para "promover" viviendas de 30 metros cuadrados han sido grandes lastres para la sociedad.

En cuanto a la población adulta plena, las cargas fiscales y los recortes salariales están convirtiéndose en cuestiones cotidianas. La capacidad de ahorro de las familias españolas está en franco declive, y si a eso le sumamos, el hecho de que muchas familias están registradas en la morosidad de los pagos por créditos a la Banca, encontramos que prácticamente, los ingresos de las familias españolas están abocados directamente en su integridad o casi al gasto. Esto no es una cuestión baladí. La pérdida de poder adquisitivo es un mal síntoma para las economías capitalistas de mercado, puesto que el funcionamiento del sistema se asienta de manera fundamental en el consumo. Sin capacidad de consumo, una sociedad postindustrial no puede desarrollarse. Aparte de todo lo anterior, las nuevas políticas de reforma laboral junto al evidente desprestigio de los propios sindicatos en huelgas generales que rozan el esperpento y el ridículo, permite un clima de desconfianza en la población. Recordemos que la cotización, tras la reforma laboral firmada por el ex-ministro de Trabajo Manuel Corbacho, se ha reducido a 30 días por año trabajado, en vez de los 45 días de antes, con un máximo de 10 años cotizados en la empresa como pago de la compensación por despido.

Pero quizás el aspecto más negativo y preocupante es el paro. Se está registrando en España un aumento de lo conocido en economía como "paro estructural".Es decir, un porcentaje de población que no ha encontrado trabajo, ni encuentra ni encontrará ocupación laboral alguna, aunque cambie la coyuntura económica. Por decirlo de una manera más sencilla, de los casi 5 millones de parados que hay en nuestro país, un porcentaje alto de ellos nunca dejarán de ser parados. Es algo grave, lo que se complica aún más con la nula capacidad actual de generar empleo.

GRUPOS DE EDAD ANCIANO (65+ AÑOS).

Gracias al desarrollo de la Sanidad y las mejoras de los servicios de asistencia primarios, junto al aumento general de la calidad de los medios sanitarios, hemos asistido en los últimos años a un aumento exagerado de la población anciana en España. Población que se mantiene en perfecto estado, comparativamente con tiempos pasados, y que puede aún tener cierta capacidad de consumo y desarrollo económico. Sin embargo, no debemos olvidar que esta población demanda servicios más que cualquier otro sector de la población junto a los niños, y que además, son personas que no producen ni van a producir ya bienes ni servicios para la economía de la sociedad, por lo que tienen que ser mantenidos por la población adulta. Eso se traduce en el aumento de las cargas impositivas y la presión fiscal sobre la población activa adulta que os comentaba antes.


En el próximo artículo, os relacionaré estos apartados entre sí y os presentaré las conclusiones, implicándolas con la situación que vivimos hoy día y con su reflejo en los medios de comunicación.

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