Valdés Leal (1622-1690) será el primero de los tres artistas que vamos a analizar en este artículo que hoy presento y con el que inicio la saga del Barroco Español, en su apartado pictórico.
Las influencias que podríamos encontrar como primordiales en las de este pintor sevillano serían principalmente tres: la escuela cordobesa (en el círculo del pintor Antonio del Castillo), la sevillana (Juan de Uceda y Francisco Varela) y los grabados que, de origen flamenco u holandés, proliferaban en el puerto de Sevilla y cuyo manierismo centrado en la concepción del espacio como parte de un elemento arquitectónico dará a Valdés Leal un instrumento para concebir las decoraciones murales.
Con estas influencias, Valdés va partiendo de un estilo de primera etapa marcado por el rigor en las formas y a los cánones establecidos. Sin embargo, poco a poco, el artista comenzará a experimentar por sí mismo con su estilo. De esta manera, cuando de Italia comienzan a llegar los nuevos aires barrocos, Valdés podrá desplegar realmente la potencialidad de su arte. Su pintura era expresiva, fuerte, dinámica e impetuosa, por lo que fácilmente pudo asumir los postulados barrocos. Entusiasmado, Valdés tomará contactos con la Escuela Madrileña, conociendo así la obra de los pintores madrileños más destacados: Caludio Coello o Francisco Rizzi. Además, pudo visitar las colecciones regias y ver obras de Rubens, Van Dyck y otras de origen veneciano cuyo cromatismo causó un gran impacto en el artista sevillano.
El estilo de Valdés Leal a partir de ese momento se configura ya como un arte pasional, barroco, repleto de arrebatos. Confunde la realidad con la ficción, creando imágenes muy teatrales, que introducen al espectador en ellas y lo hacen parte de la escena. De hecho, ese “romanticismo” avant garde de Valdés Leal va a permitirle llegar con gran facilidad a los grandes pintores románticos del siglo XVIII o XIX, como Delacroix, o a literatos como Lord Byron. Además, influirá en Goya, en base al “feísmo” de muchas de sus obras.
A pesar de sus series de obras de carácter religioso (la serie de Santa Clara de Carmona, del Convento del Carmen de Córdoba o el convento de San Jerónimo de Buena Vista de Sevilla), nos centraremos en el estudio principalmente de las primeras obras que Valdés Leal realizó para la iglesia del Hospital de la Caridad de Sevilla, en los años 1671 y 1672. Especialmente, en las “Postrimerías”, que son producto de un encargo de Miguel de Mañara y Vicentelo de Leca, fundador del Hospital de la Caridad, con el objetivo de plasmar plásticamente la importancia de la práctica de la caridad y la misericordia. Por ello, podemos encontrar aquí la genialidad de Valdés Leal para dar rienda suelta a su emocionalidad.
.Por ejemplo, en “In Ictu Oculi” (“En un abrir y cerrar de ojos”), podemos observar el triunfo de la muerte. De fuerte influencia medieval (la vida mortal es sólo un valle de lágrimas hasta la liberación que supone la muertw), podemos observar una calavera que posee su pie sobre el globo terráqueo (dueña del mundo), en su brazo izquierdo lleva un ataúd, un sudario y una guadaña (símbolos de la muerte), mientras que por fin su mano derecha apaga la llama de una vela (extinción de la vida). En la parte baja de la composición, destacan múltiples objetos que representan lo vacío que es el poder terrenal comparado con el de la muerte (tirada, libros, espadas, coronas…).
segundo lugar, podríamos hablar de “Finis Gloriae Mundi” (“El Fin de las Gloria del Mundo”). Una fosa en la que destacan dos féretros cuyos ocupantes son un obispo y un caballero de la Orden de Calatrava. En la parte superior aparece la mano de Cristo portando una balanza, que sirve para valorar lo bueno y lo malo hecho por los fallecidos en vida, junto al tema “Ni más ni menos”.
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