lunes, 12 de enero de 2009

El Renacimiento: Miguel Ángel (arquitecto).

Hace unos años, cuando me preparaba las oposiciones, tuve una experiencia curiosa. Por un lado, un compañero estudiante de Historia del Arte me restaba importancia a Miguel Ángel, a su obra y su legado, mientras que por otro, una compañera de Bellas Artes decía que existía Miguel Ángel y después otros artistas. Más allá de una opinión o la contraria, lo que sí es cierto es que solamente un genio como Miguel Ángel podía despertar simpatías y fobias de la manera en que lo hizo. Aún así, es evidente que si ha habido un verdadero maestro en el Renacimiento, ha sido Miguel Ángel Buonarotti. De hecho, éste va a ser uno de los pocos artistas que voy a especificar claramente cuál faceta se va a estudiar, ya que Miguel Ángel fue un maestro en la arquitectura, pintura y escultura.

Miguel Ángel destacó principalmente en la escultura al comienzo de su trabajo profesional, y por ella le llegó la fama. Su trabajo en la arquitectura tendrá su debut con la Iglesia de San Lorenzo. El papa León IX había convocado un concurso para terminar la fachada, que había quedado inconclusa a la muerte de Brunelleschi. Miguel Ángel compitió con otros grandes arquitectos más experimentados (Giuliano de Sangallo, Rafael, Jacobo Sansovino...) y logró ganar el derecho al proyecto, que aún así quedó inconcluso hasta hoy. Sin embargo, las ideas que Miguel Ángel vertió sobre la fachada ya anunciaban algunas trazas de su estilo: alternancia del frontón triangular con otro de arco escarzano, contraposición de vanos asencentes o circulares con recuadros aplastados, juego de apariencias en la fachada con protagonismo de esculturas y relieves... En Florencia tendrán lugar otros proyectos arquitectónicos que permitirán que Miguel Ángel vaya desarrollando un estilo que después, en su siguiente etapa en Roma, será muy valorado.

En 1546, se le ordenó que realizase una reordenación de la Plaza del Capitolio, que es una buena muestra del valor que Miguel Ángel daba a los volúmenes más que a los espacios interiores de sus edificios. Miguel Ángel se enfrentó a un reto importante, puesto que aquella zona de Roma era abundante en ruinas y restos de gran valor histórico (como por ejemplo el Tabularium o Archivo de Roma, una estatua ecuestre que en un principio se pensaba que era de Constantino y después se comprobó que representaba a Marco Aurelio, la iglesia gótica de Santa María in Araceli...). Así las cosas, decidió dejar en el centro la estatua ecuestre de Marco Aurelio y realizó dos fachadas oblicuas, una del Museo Capitolino y otra de El Palacio de los Conservadores, cuyas diagonales convergían directamente sobre el Palacio Senatorio (actual Ayuntamiento de Roma). Al darle esa forma trapezoidal, permitió crear un efecto óptico de apertura aún partiendo de una base anterior que precisamente no se caracterizaba por ello.

Más tarde, Miguel Ángel se encargará de concluir la fachada del Palazzo Farnese que Antonio Sangallo el Joven no terminó. Reformó el balcon central y añadió otros elementos que recordaban otras "maniere" como las de Brunelleschi o Alberdi (por ejemplo, la inclusión de una tercera planta con ventanales muy parecido a Palazzo Pitti o a Palazzo Rucellai, respectivamente).

La Biblioteca Laurenciana será otro de los grandes momentos de Miguel Ángel, encargada por el Papa Clemente VII en 1524. Terminada por Il Vasari, Miguel Ángel creó dos cuerpos diferenciados unidos entre sí: el vestíbulo (de forma cuadrangular) y el cuerpo de la misma biblioteca (rectangular). Después, dentro de cada uno de estos cuerpos, el artista procede a jugar con volúmenes y elementos arquitectónicos que así lo permitan.

Fijémosnos en el vestíbulo: los peldaños de la escalera de carácter semicircular y ovalados contrastan fuertemente con las formas recias y severas de las paredes, las cuales a su vez, poseen elementos como ménsulas que por su sinuosidad aumentan esa tensión (también hay otros como ventanas ciegas, trapecios partidos...). Otra de las características de esta estancia será esa escalera dispuesta en tres tramos diferentes.

Sin embargo, la consagración de Miguel Ángel como arquitecto, sobrevendrá cuando el papa Julio II decidió tomar las riendas de una vez y concluir el nuevo templo de San Pedro. A pesar de la larga y prestigiosa lista de arquitectos que se vieron involucrados en el proyecto (Bramante, Rafael, Peruzzi, Giuliano Sangallo el Viejo o Antonio Sangallo el Joven), seguía siendo algo por terminar. En 1546, recibe el encargo. Y Miguel Ángel no estaría por debajo de las expectativas...

Miguel Ángel consiguió por fin resolver el problema de los tambores que soportan las cúpulas, problema estudiado desde Brunelleschi pero cuyas soluciones si bien sirvieron a Miguel Ángel como inspiración, no fueron de su agrado. Con 42 metros de diámetro, la cúpula de San Pedro del Vaticano se eleva por encima de las colinas que rodean Roma. Basándose en la idea de su rival Bramante, sobre una planta de cruz griega, Miguel Ángel decide levantar una cúpula que se asienta sobre un tambor, que se sostiene sobre el crucero mediante pilares ochavados. Adémás, para contrarrestar las fuerzas, toma ideas bizantinas, repartiéndolas en otras cúpulas y semicúpulas menores concluidas más tarde por Vignola o Giacomo della Porta. Éste último, a la muerte del genio, concluirá "Il Cuppulone" en 1591. Otra de las características de la cúpula será la elegancia. Fijaos cómo los contrafuertes situados en el tambor continúan en los nervios que recorren la superficie curva de la cúpula, a la que se le han realizado óculos cubiertos por frontones que de nuevo alternan formas triangulares con arcos escarzanos. La cúpula de San Pedro del Vaticano será el modelo de las cúpulas occidentales hasta el siglo XIX.

Pero San Pedro del Vaticano no es tan sólo una cúpula o el resto del edificio que sirve para soportarla. Descarta la idea de múltiples entradas de Bramante, apostando por una sóla que posee un pórtico adintelado con doble fila de columnas delanteras, siendo todo una muestra de su capacidad de juego con los volúmenes, y una recopilación de todos sus trabajos anteriores en fusión con los descubrimientos de Brunelleschi en la Capilla Pazzi.

Lo mejor de Miguel Ángel es que cuando terminas de hablar de una de sus facetas, sabes que aún hay más por ver y disfrutar.

2 comentarios:

Kimy dijo...

Hola!
Soy estudiante de historia del arte de segundo en la Universidad de Barcelona,
por casualidad caí en esta entrada de su blog y me pareció muy bonita e interesante!
Un saludo

Antonio Miguel Martín Ponce. dijo...

Hola, Kimy.

Celebro que este blog te sea interesante y una fuente de recursos para tus estudios. En los próximos días me he hecho el propósito de escribir sobre Caravaggio.

Un fuerte saludo.

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