En el siglo XVI italiano (Cinquecento), el arte que habíamos contemplado durante el Quatrocento, con Brunelleschi y Alberdi como máximos representantes aparte de otros (Michelozzo, Sangallo, Rosellino), entra en una fase de madurez. Ya no consiste en una búsqueda de principios nuevos que partiendo de lo clásico puedan configurarse como un nuevo estilo artístico o una puesta en orden de todos los conocimientos acumulados. Ahora todo va a ir por sí mismo desarrollándose de una manera natural, en diversas direcciones que completarán y complementarán el arte renacentista en cuanto a arquitectura se refiere.
Además, otra novedad consistirá en que la capitalidad del arte pasará de Florencia (que se verá inmersa en múltiples conflictos a fines del siglo XIV como la revuelta fanática de Savoranola y la restauración de los Médicis), favoreciendo a que Roma recoja el testigo. La capital de la Italia actual vivirá bajo el pontificado de Julio II (1503-1513) y León X (1513-1521) una etapa de esplendor bajo cuyo amparo diversos artistas se verán respaldados. Al mismo tiempo, se dio la coincidencia de la aparíción de diversas obras de arte clásicas como el Laoconte, el Apolo Belvedere o el Hércules Farnesio, así como que se descubrirá Pompeya en ese mismo siglo (aunque rápidamente será cerrada al público hasta el siglo XVIII).
Y es en Roma donde el protagonista de hoy va a desplegar su arte: Donato Bramante. Nacido en 1444 y muerto en 1514, este arquitecto que conocía a la perfección las formas decorativas propias del Quatrocento, va a recibir el encargo de los Reyes Católicos de construir un edificio justamente situado en el lugar donde San Pedro fue martirizado. Esta construcción se hará realidad en forma de un pequeño templo de planta circular, en el que la influencia clásica es muy clara, ya que nos recuerda a los templos monópteros de la Antigüedad, como el Templo de las Vestales. De carácter sobrio pero al mismo tiempo robusto, este edificio que fue más tarde empleado como sede de la Academia Española en Roma, marcará el nuevo estilo romano renacentista. Por tanto, San Pietro in Montorio, concluido en 1502, será la pieza clave del éxito de Bramante.
Poco más tarde, el mismo papa Julio II le encarga el diseño del nuevo templo de San Pedro, la ampliación del Palacio Vaticano y el trazado de las avenidas cercanas al Tíber. En el caso del nuevo templo de San Pedro, Bramante diseñó dos naves perpendiculares, de brazos iguales y planta en cruz griega, con una gran cúpula central(elemento sustentando predilecto por los arquitectos de ese tiempo). El peso de esa gran cúpula central sería conducido mediante cuatro cúpulas más pequeñas situadas en las capillas de los ángulos (lo que nos recuerda a las soluciones tomadas para ello en Santa Sofía de Estambul). De hecho, viendo el proyecto, parece que a Bramante lo único que realmente le importaba era realizar todo el proyecto en función de esa gran cúpula, lo cual hizo que su puesta en práctica y la realidad no fuese del todo tan brillante como se presumía en los planos. Además, si os fijáis en la ilustración de al lado, podréis ver cómo Bramante se excedió en el número de torres que hacían pasar algo desapercibida a la cúpula.
Sin embargo, Bramante no podrá ver su proyecto terminado. En 1514 la muerte le sobrevendrá, y aunque su trabajo será continuado por Rafael, pronto pasará a otras manos: las de su enemigo Miguel Ángel. Con este artista (protagonista del próximo artículo), Bramante tuvo grandes enfrentamientos, ya que el Papa había encargado al artista florentino la realización de un sepulcro y a Bramante la presencia de Miguel Ángel se le hacía insoportable. A partir de ese momento, una dura rivalidad entre ambos acabará con Miguel Ángel encargándose finalmente de San Pedro del Vaticano, con 70 años de edad. Como siempre, Miguel Ángel "dedicaría" una pulla a su enemigo, tomando como base de su trabajo el de Bramante, pero realizando algunas reformas entre las que destacó encargarse de erigir una cúpula por completo distinta a la de Bramante.
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