El reciclaje es una medida que busca reducir el impacto del desarrollo humano en el medio natural. |
Sin embargo, el dinamismo del espacio geográfico no sólo se debe a cuestiones naturales, producto de la meteorología, climatología, geología... En el ser humano encontramos otra explicación de esas modificaciones. Lo que ocurre es que en los últimos tiempos, la acción antrópica (humana) está siendo cada vez más intensa sobre el espacio geográfico, abocando a muchas zonas de la Tierra a transformaciones drásticas y dramáticas de su paisaje por intereses económicos. La modificación del medio es cada vez más, tema de preocupación entre la comunidad científica mundial, puesto que conlleva, en una parte, la aceleración de procesos naturales que multiplican varias veces la gravedad de los cambios efectuados por la Humanidad. Para ilustración de ello, retomemos el ejemplo anterior de las líneas de costa. En nuestro país, la mayor parte de la población se concentra en las áreas litorales, quedando solamente el interior (Madrid y provincias cercanas) como referente demográfico sólido. Esto significa que la presión del ser humano sobre el medio ambiente y el hábitat es cada vez mayor. Es muy habitual comparar fotografías de localidades costeras hace cuarenta años con otras más recientes y ver claramente los cambios acontecidos. Donde antes había pequeñas casas de pescadores y chamizos, ahora existen complejos de hoteles de gran altura a pocos metros de la línea de playa. Eso repercute gravemente en los frágiles ecosistemas litorales, destruyendo la flora nativa y haciendo desaparecer la fauna que la habita y de la cual depende. El caso más sangrante lo encontramos en la Albufera de Valencia, en la que además encontramos la lacra de la contaminación urbana e industrial que empeora todo.
Pero conviene aclarar previamente cuestiones básicas referentes a la acción antrópica sobre el medio desde un punto de vista histórico. Conforme los primeros grupos tribales humanos comienzan a asentarse en tiempos del Neolítico (9000 a.C aprox), tiene punto de partida una nueva relación entre ambos factores. La aldea no tiene todavía capacidad de influir en el medio que le rodea, ni de establecer una jerarquía entre el campo y el ámbito al que se circunscribe. Con el tiempo y el cambio del modelo social gradual de sociedades simples hacia una mayor complejidad, la presión del ser humano sobre el medio comienza a notarse. La necesidad de garantizar sustento para un número cada vez mayor de individuos (producto de las mejores alimentarias y uniones de tribus entre sí por fenómenos migratorios) arrastra un incremento de las tierras cultivables y la explotación de todo tipo de recurso cercano. Cuando las sociedades urbanas aparezcan, será muy claro ver cómo los seres humanos consiguen cierto dominio sobre el hábitat en el que se desarrollan, ya sea por modificación parcial o total del medio. Prácticamente, podríamos resumir que desde el momento en que el ser humano desarrolla la cultura encontramos la diatriba que reside en el difícil equilibrio entre progreso y naturaleza. En varios artículos más analizaremos en mayor profundidad el tema.
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