jueves, 14 de abril de 2011

La II República, entre el mito y la realidad (I).

Hoy 14 de Abril, es una de esas fechas que en España no pasa desapercibida. Tanto de una manera grandilocuente, como de manera más subrepticia, se hacen menciones a aquel acontecimiento histórico que marcaría, para bien o para mal, la historia reciente de nuestro país. Como suele ser habitual, el pasado tiene tendencia a ser mitificado e incluido en un imaginario colectivo repleto de joyas mayormente falsas. Y en ese caso, la II República no es una excepción. Motivo aún de fuertes polémicas entre los historiadores y entre la población que no sucumbió a los planes de estudios de los últimos veinte años, creo que es de recibo hacer una mención en mi blog sobre ello.

La situación de España tras la dictadura de Miguel Primo de Rivera se podría definir como confusa. Tras la retirada del general, se abrió un período de incertidumbre política, caracterizada por dos gobiernos provisionales (Dámaso Berenguer y el almirante Aznar) que a duras penas, consiguieron dirigir al país, con la excepción de la convocatoria de elecciones municipales para el 12 de Abril de 1931. Aquel plebiscito popular, en principio, no tenía un carácter vinculante más allá de la representación en las corporaciones municipales, pero por parte de la opinión pública y de determinados sectores políticos, fue considerado como algo más allá, una especie de referéndum de si la monarquía encarnada por la controvertida figura de Alfonso XIII tenía visos de continuar o bien, forzar la abdicación del monarca y proclamar la II República española. La celebración de los comicios desveló que en las áreas rurales, las opciones monárquicas fueron seguidas y apoyadas, pero en la mayor parte de las ciudades de la geografía española, las fuerzas de izquierda triunfaron.

Opiniones para todos los gustos en cuanto al papel jugado por el rey borbón. Para determinados historiadores y especialistas de orientaciones monárquicas, el rey Alfonso XIII buscó la mejor salida para evitar una guerra civil prematura entre españoles, pero para otros, aquel gesto fue una forma de escape de la realidad que se precipitaba sobre un rey desprestigiado por su tibieza durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera y sus intereses económicos en las posesiones coloniales del norte de África. El caso es que Alfonso XIII, el 13 de Abril de aquel año 1931, abdicó del trono de España abriendo así la puerta a una nueva etapa histórica.

El acceso al poder de la izquierda supuso la proclamación de un gobierno provisional liderado por Niceto Alcalá Zamora, ilustre personaje nacido en Cabra (Córdoba), que posteriormente, se vería sustituido por otro famosísimo personaje: Manuel Azaña. En estos primeros compases, lo importante era realizar una nueva Constitución, ya que el último precedente constitucional lo encontramos en 1876, hasta su derogación bajo la dictadura de Primo de Rivera. Y obviamente, aquella Constitución de la Restauración entre muchos de sus rasgos era monárquica, por lo que urgía la construcción de un texto legal constitucional adaptado a los nuevos tiempos. Tras la convocatoria de elecciones constituyentes y un largo debate, la nueva Constitución sería promulgada el 9 de Diciembre de 1931. Esta nueva constitución consideraba España como una república democrática de trabajadores, y suponía una ruptura con la tradición de cartas magnas burguesas precedentes. La Iglesia y el Estado que hasta entonces siempre habían mantenido contactos, se separaban (lo que daría pie al paulatino alejamiento de la Iglesia y su apoyo futuro a los extremos reaccionarios de la derecha). En cuanto al modelo de las Cortes, se apostó por el unicameralismo, siendo el Cóngreso de los Diputados la representante de la voluntad popular, que por fin, podría votar mediante sufragio universal de hombres y mujeres para expresar su opinión. Otros aspectos como el matrimonio civil o la aprobación del divorcio fueron auténticos bombazos para la sociedad española de cerca de mediados de siglo.


El Bienio de Izquierdas (1931-1933).
Así las cosas, la Constitución de 1931 suponía el espaldarazo definitivo para el nuevo régimen. La configuración del Congreso de los Diputados había quedado con el PSOE y los republicanos de centro como grandes grupos parlamentarios, a la par que diversos grupúsculos políticos se extendían en el hemiciclo hasta dejar a la derecha española con 48 escaños y arrinconada frente a sus rivales. De esta manera, era obvio que bajo la presidencia de la II República de Niceto Alcalá Zamora y el jefe de gobierno Manuel Azaña, las medidas a tomar por el Ejecutivo serán amplias y muy importantes. Durante el Bienio de Izquierdas (1931-1933), dichas medidas podríamos resumirlas en:
-Reforma del ejército: el ejército español tenía como uno de sus múltiples vicios la macrocefalia, es decir, la abundancia de mandos y escasez de tropa básica. Además, muchos de sus mandos eran fieles a la monarquía, por lo que era obvio que se debía emprender algún tipo de medida que mediante jubilaciones, pudiera alejar a dichos mandos de la realidad del momento. Esta reforma fue obra clave de Manuel Azaña, quien él mismo, con la vehemencia que le caracterizaba, sentención que "iba a triturar al Ejército". Aquella reforma no tuvo el impacto deseado.
-Reforma laboral de jornada de 8 horas.
-Reforma educativa: la tan famosa reforma educativa de la República. Sin embargo, de nuevo, el alcance fue limitado. En cierta forma, porque muchos de los profesores y maestros de por entonces, eran miembros del clero, y pocos profesionales de la educación procedían de un ámbito laico. Aún así, el esfuerzo del gobierno republicano por aumentar el número de escuelas y la dotación de docentes fue encomiable.
- Reforma agraria: el mayor fracaso de la II República en sus comienzos. Sus intentos de controlar el área rural, dirigiendo y restringiendo los puestos de trabajo de los jornaleros que movidos por la estacionalidad, tenían como habitual su traslado de unos pueblos a otros diferentes del de su origen, labró la enemistad del campo hacia el gobierno republicano. Sintiéndose traicionados y forzados a un paro fatal, será desde el campesinado donde arranque el principio del fin del llamado Bienio de Izquierdas.

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