La Restauración: mecanismos de funcionamiento.
Encasillado: Operación consistente en colocar en cada distrito electoral a un ganador, pactado por los dos partidos políticos previamente. De esta manera, ya estaban dictadas las elecciones sobre quién debía ser el vencedor (lo que concordaba con el principio de la Restauración del turnismo político). El encasillado funcionaba de arriba abajo y de abajo arriba. Desde la cúspide del entramado, los partidos políticos se ponían de acuerdo y se repartían las actas electorales, y desde la base, los partidos debían contar con el apoyo del cacique del lugar en cuestión.
Caciquismo: Era fundamental su carácter local, ligado al terruño. Era la persona que ejercía el poder político en un pueblo o localidad en nombre de un partido político, haciendo presión entre las personas y grupos sociales formando una clientela. Aceptaba ser el alcalde del pueblo o diputado provincial, pero no solía salir de su área local porque perdía todo su poder. Generalmente, solía ser el hombre más rico y con frecuencia, era un gran propietario. Era un personaje que estaba por encima de las autoridades locales si dado el caso, él no formaba parte de ellas. En teoría era muy estimado por todos (por las clases inferiores porque era la figura con influencias suficientes para conseguir infraestructuras para el pueblo (carreteras, puente, el puesto de trabajo…) y por las clases superiores de políticos ( ya que era quien consiguía los votos). Sin embargo, en la realidad cotidiana, el cacique era una figura odiada.
Ambos mecanismos, juntos a otros muy famosos como el pucherazo, convirtieron al pueblo español en un mero espectador del proceso electoral. Ambos partidos políticos eran muy parecidos en sus programas, que aparte, eran muy pobres en cuanto a contenidos. Siendo España un país que tardó mucho en incorporarse plenamente a los sistemas liberales democráticos, la masa española no estaba acostumbrada a pelear o movilizarse por sus derechos, lo que agravó la carencia de actividad política. Las abstenciones en las elecciones eran muy grandes, y los que votaban, generalmente, eran para agradar al cacique.
El Regeneracionismo.
La Restauración como sistema político fue, poco a poco, cayendo en un gran desprestigio. No tanto por la actitud de sus políticos sino porque realmente el problema del sistema fue que adormeció la actividad política debido a la creencia que solamente en España una parte de la oligarquía se encontraba preparada para guiar a un pueblo inculto demasiado pasivo. Por eso, se hizo necesaria una actividad de regeneración, que tuvo grandes impactos en múltiples campos, tanto político (Joaquín Costa), literario (Baroja, Valle Inclán) o filosófico (Unamuno). Los tres principales ejes de trabajo del regeneracionismo se basaron en:
1. Renovar el sistema desde dentro (regeneracionismo de poder): Desde Silvela (1899) hasta Canalejas (1912).
2. Infiltración en el mismo sistema para cambiarlo: aparición del maurismo y del partido reformista (tercera vía) que se quebró en 1917.
3. Derribarlo e imponer un nuevo sistema: implantación de la Dictadura de Primo de Rivera (1923) o II República (1931).
Se partió de un principio básico: europeizar España. Europa era lo moderno, lo avanzado y el progreso. Por tanto, había que echar “triple candado” a la tumba del Cid y caminar hacia lo nuevo. Sin embargo, muchos pensadores buscaron la manera de casar dos concepciones distintas de España en una sola: “Yo quisiera una España muy antigua y moderna a la vez” (Pío Baroja).
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