Cuando se estudia la arquitectura renacentista española, la secuenciación cronológica de ésta se divide en un esquema tripartito, que se inicia con el Plateresco, sigue con el Purismo y finaliza con el Renacentismo puro. Nosotros en esta ocasión, nos centraremos en una obra de Pedro Machuca, insertada en el Purismo arquitectónico, caracterizado por un rechazo de la sobrecarga decorativa del Plateresco, ganando empuje la reutilización del arco de medio punto y la bóveda de cañón y las formas italianizadas en cuanto a pureza y simplicidad de las formas. En este sentido, otros artistas que podríamos citar sería Rodrigo Gil de Hontañón con la fachada de la Universidad de Alcalá de Henares o Alonso de Covarrubias con el Alcázar de Toledo.
En el siglo XVI, se planteó un programa arquitectónico enfocado a la reconstrucción y replanteamiento de un área concreta del conjunto de la Alhambra, enfocado a la a establecer la huella del Imperio de Carlos V allí. El emperador había pasado tras su boda en Sevilla con Isabel de Portugal un tiempo en Granada, y mostró su interés por la Alhambra. Para ello, Luis de Hurtado fue el encargado de coordinar todo, y a su vez, fue quien delegó en Pedro Machuca la labores técnicas de arquitecto. Este personaje, Pedro Machuca, había pasado los años de su juventud de los 22 años en Italia permaneciendo en aquel país unos ocho años, principalmente en Roma. Allí tomó contacto con el clasicismo renacentista que estaba desarrollándose ya en el Cincuecentto , dedicándose a trabajos de pintura en frescos que le permitieron aproximarse a las últimas novedades. Esto hacía de Pedro Machuca un artista muy válido para traer a la ciudad de Granada el nuevo estilo y difundirlo. Sin embargo, en esta ocasión, era la arquitectura y no la pintura lo que esperaba al artista.
Las obras fueron rápidas, y en poco tiempo se habían levantado cuatro fachadas. Numerosos artistas fueron llamados para aportar su trabajo a las obras ya fuesen escultores, pintores o aparejadores con carreras importantes. Entre 1537 y 1542 se concluyeron los labrados en piedra, los paramentos paralelos a las fachadas o el abovedado de la sala subterránea, pero la parte superior de la portada sur quedó inconclusa por la muerte de Pedro Machuca, teniendo que seguir con el proyecto su hijo.
El simbolismo del conjunto del Palacio de Carlos V no se escapa a nadie, y entronca definitivamente con los nuevos conceptos místicos que el Humanismo aportaba en aquellos tiempos. El patio central del palacio tiene forma circular, lo que conlleva la perfección, y el enmarcado en forma de cuadrado que se refiere a lo material. Así mismo, no podemos evitar retrotraernos a los palacios florentinos que ya vimos cuando analizamos las figuras de Brunelleschi (Palacio Pitti) o Leon Battista Alberdi (Palazzo Rucellai), con el diseño de líneas geométricas perfectas, la búsqueda de la repetición de módulos cuadrados, la armonía… en cuanto a filosofía arquitectónica, pero también en cuanto a decoración con el empleo de ese almohadillado que en el caso del Palacio de Carlos V es más notable o en la distribución de los cuerpos, con el empleo de dos diferentes, uno inferior y otro superior.
Hoy día, el Palacio de Carlos V permanece en la Alhambra como una referencia obligada del trayecto e impresiona su solemnidad y la robustez de su construcción. Además, en su interior, suelen ser habituales las celebraciones de eventos como conciertos de música. Loreena Mackennit grabó y registró en DVD una experiencia parecida en su trabajo “Nights in La Alhambra”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario