sábado, 1 de agosto de 2009

El Palacio de Carlos V y Pedro Machuca.


Cuando se estudia la arquitectura renacentista española, la secuenciación cronológica de ésta se divide en un esquema tripartito, que se inicia con el Plateresco, sigue con el Purismo y finaliza con el Renacentismo puro. Nosotros en esta ocasión, nos centraremos en una obra de Pedro Machuca, insertada en el Purismo arquitectónico, caracterizado por un rechazo de la sobrecarga decorativa del Plateresco, ganando empuje la reutilización del arco de medio punto y la bóveda de cañón y las formas italianizadas en cuanto a pureza y simplicidad de las formas. En este sentido, otros artistas que podríamos citar sería Rodrigo Gil de Hontañón con la fachada de la Universidad de Alcalá de Henares o Alonso de Covarrubias con el Alcázar de Toledo.

En el siglo XVI, se planteó un programa arquitectónico enfocado a la reconstrucción y replanteamiento de un área concreta del conjunto de la Alhambra, enfocado a la a establecer la huella del Imperio de Carlos V allí. El emperador había pasado tras su boda en Sevilla con Isabel de Portugal un tiempo en Granada, y mostró su interés por la Alhambra. Para ello, Luis de Hurtado fue el encargado de coordinar todo, y a su vez, fue quien delegó en Pedro Machuca la labores técnicas de arquitecto. Este personaje, Pedro Machuca, había pasado los años de su juventud de los 22 años en Italia permaneciendo en aquel país unos ocho años, principalmente en Roma. Allí tomó contacto con el clasicismo renacentista que estaba desarrollándose ya en el Cincuecentto , dedicándose a trabajos de pintura en frescos que le permitieron aproximarse a las últimas novedades. Esto hacía de Pedro Machuca un artista muy válido para traer a la ciudad de Granada el nuevo estilo y difundirlo. Sin embargo, en esta ocasión, era la arquitectura y no la pintura lo que esperaba al artista.

En 1526, Luis de Hurtado encomendará a Pedro Machuca el diseño de las líneas principales del Palacio de Carlos V, que completarían junto a la Puerta de las Granadas y el Pilar el proyecto imperial. Como era habitual en la nueva arquitectura de aquel siglo, que ya estudiamos en artículos anteriores, el arquitecto no sólo concebía el edificio en sí mismo, sino las áreas circundantes, plasmándolo en sus planos. Para Pedro Machuca, era fundamental conectar lo que eran las antiguas dependencias musulmanas con el edificio y a éste a su vez con el entorno, creándose dos plazas coincidentes con las fachadas oeste y sur para ello.

Las obras fueron rápidas, y en poco tiempo se habían levantado cuatro fachadas. Numerosos artistas fueron llamados para aportar su trabajo a las obras ya fuesen escultores, pintores o aparejadores con carreras importantes. Entre 1537 y 1542 se concluyeron los labrados en piedra, los paramentos paralelos a las fachadas o el abovedado de la sala subterránea, pero la parte superior de la portada sur quedó inconclusa por la muerte de Pedro Machuca, teniendo que seguir con el proyecto su hijo.

Las fachadas están divididas en dos niveles. El inferior se encuentra labrado en almohadillado, en el que se han practicado a intervalos regulares óculos entre las pilastras que adosadas al muro, también han sido almohadilladas. En el caso de la fachada sur, observamos en la entrada un innegable regusto clásico, con un frontón triangular soportado por sendas pilastras coronadas por capiteles jónicos que sostienen un falso arquitrabe liso. Apoyándose en las vertientes del frontón, figuras alegóricas reflejan los triunfos del Emperador, mientras un entablamento nuevo surge de un arquitrabe de tres bandas sosteniendo la divisa “Emp•Caes•Kar•V” en su zona central que significa “Emperador César Carlos V”. En el nivel superior, desaparece el almohadillado, dando paso a la desnudez del sillar pulido, del que surgen pilastras simples que arrancan de áticos adornados con emblemas que versan sobre los palos de Borgoña (rememorando el origen borgoñón del Emperador y que sería símbolo del Imperio y la casa del Emperador) o el Águila Bicéfala flanqueada por las columnas del Plus Ultra. En el centro de cada módulo, encontramos en la parte inferior ménsulas que sostienen frontones triangulares o bien elementos simples, mientras que por encima, hay óculos abocinados de mayor tamaño que los inferiores. En la fachada sur, se emplean arcos similares a los arcos de triunfo que se insertaban en las fachadas de otros edificios italianos y se incorporan símbolos y figuras que evocan las virtudes del Emperador, así como a la Historia o la Fama. En la fachada oeste, se hacen referencias a batallas como la victoria de Pavía, o la inclusión de tres tondos recurrentes a algunos temas: el central con el emblema imperial, rodeado de otros que representan los trabajos de Hércules. Mientras tanto, en su interior, el juego de alternar órdenes del exterior se mantiene. El cuerpo del patio es circular, distribuyéndose los muros de la misma manera en dos niveles. En el muro exterior, las pilastras se corresponden con las columnas situadas hacia el interior que dan al patio. Las cubiertas son diferentes según el nivel del que hablemos. El nivel inferior es cubierto con bóvedas anulares recubiertas de frescos, mientras que en el caso del nivel superior, se emplea una techumbre de madera.

El simbolismo del conjunto del Palacio de Carlos V no se escapa a nadie, y entronca definitivamente con los nuevos conceptos místicos que el Humanismo aportaba en aquellos tiempos. El patio central del palacio tiene forma circular, lo que conlleva la perfección, y el enmarcado en forma de cuadrado que se refiere a lo material. Así mismo, no podemos evitar retrotraernos a los palacios florentinos que ya vimos cuando analizamos las figuras de Brunelleschi (Palacio Pitti) o Leon Battista Alberdi (Palazzo Rucellai), con el diseño de líneas geométricas perfectas, la búsqueda de la repetición de módulos cuadrados, la armonía… en cuanto a filosofía arquitectónica, pero también en cuanto a decoración con el empleo de ese almohadillado que en el caso del Palacio de Carlos V es más notable o en la distribución de los cuerpos, con el empleo de dos diferentes, uno inferior y otro superior.

Hoy día, el Palacio de Carlos V permanece en la Alhambra como una referencia obligada del trayecto e impresiona su solemnidad y la robustez de su construcción. Además, en su interior, suelen ser habituales las celebraciones de eventos como conciertos de música. Loreena Mackennit grabó y registró en DVD una experiencia parecida en su trabajo “Nights in La Alhambra”.

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