martes, 21 de abril de 2009

El fauvismo.


1905. Salón de Otoño del Gran Palacio de París. Artistas, críticos y agentes de arte se dan cita para contemplar las novedades artísticas del modernismo que se suceden en aquellos momentos de principios del siglo XX. Sin embargo, en la sala VII, esperan a ser vistos por los asistentes una gama de obras que tienen como nexo común un fuerte colorido y una iconoclastia espectacular que romperá con todo lo hecho hasta ahora en la pintura occidental. Los nombres de los artistas: Mattise, Vlaeminck y Derain son las cabezas visibles del espectáculo. Los asistentes, cuando entran en la sala,salen escandalizados por lo que han visto, calificándolo como alejado del buen gusto y decadente. El crítico de arte Louis Vaucelles calificará el Salón de Otoño de ese año como "Donatello entre las fieras". Ese último término, fieras, en francés se conoce como "fauves".

Había nacido el fauvismo.

El ambiente artístico de comienzos del siglo XX era repetitivo y monótono. El academicismo clásico burgués había adormecido el espíritu artístico, limitándose a reiterar hasta el infinito modelos, composiciones y estructuras compositivas, sin ningún tipo de innovación y avance. Era un arte políticamente correcto que a excepción de la irrupción del Impresionismo, se había asentado sin oposición en las clases pudientes de la sociedad industrial. Frente a ellos, una generación nueva de artistas, que empezando por el Fauvismo y el Expresionismo después, desarrollarán nuevos estilos pictóricos como el Surrealismo, el Cubismo, el Hiperrealismo, el Futurismo... No hace falta ser un lince para saber que todos terminan en el sufijo -ismo, creándose así una etiqueta para poder englobar dentro de ella esta exhuberancia artística.

El pionero de todos estos istmos será el fauvismo, que tiene a Henry Mattise como su gran icono, aunque otros autores como Derain o incluso Georges Braque (que después se unirá a Picasso para crear el Cubismo, abandonando el fauvismo), será el temblor que amenace a esa sociedad acomodada burguesa. El fauvismo, artísticamente, se caracteriza por un uso indiscriminado del color (que emplean puros, sin mezclas, directamente desde el tubo de óleo aplicándolo sobre el lienzo), con pinceladas sólidas, contundentes y con cuerpos sólidos. El dibujo retoma su importancia, distinguiéndose así del Impresionismo, y las figuras, así como la distribución de los planos, son deudores directos de artistas postimpresionistas como Gauguin o Cezanne. Se renuncia por tanto a la luz y a sus tonalidades, a favor de una mayor violencia cromática, rasgo por el cual se caracterizó a este estilo como "fauvista", lo que descarta algún tipo de degradado o de trabajo con las sombras del color. Además, el fauvismo aportará un uso del color muy novedoso: se aplica a figuras que nunca en la realidad podrían tener esos colores (es posible encontrar caballos azules).

El exponente máximo del fauvismo lo encontramos en H. Mattise (1869-1954), quien seguirá fiel a este estilo toda su vida, a pesar de que el grupo de artistas fauvistas a finales de 1909 perdiesen su cohesión, algunos a favor del cubismo. La obra de Mattise refleja muy bien los postulados fauvistas: fuerza del colorido (empleo de gamas rojas y anaranjadas con fuertes contrastes en colores blancos y verdes)y preponderancia de la forma con contornos vigorosos.

En 1908, Mattise realizará su primera exposición fuera de París, en la Quinta Avenida de Nueva York, exportando este nuevo arte rompedor. Sus obras más famosas son múltiples como "Lujo, Calma y Voluntad" o "Una ventana abierta". En el caso de la primera, está clara la influencia del Impresionismo en la técnica, pero no es su finalidad y el resultado, ya que la pincelada es dura, consistente y las manchas de color son puras en su cromatismo. Sin embargo, las obras más ilustrativas de Mattise será "La Señora Mattise" o "La Mujer de la Raya Verde", en la que el artista experimenta de refilón con principios del cubismo, como la ruptura del plano en planos poligonales. Fijémosnos en el rostro, cómo los colores puros verdes, azules y rojos contrastan fuertemente entre sí, hasta el punto de quebrar la cara en dos partes diferentes. Otra de sus obras más reconocidas fue "La Danza", donde las figuras se mueven de manera grácil pero sin perder vigor y fuerza. Es muy claro, además, el uso que del fondo realiza el artista: se reduce a planos simples de color (influencia de Gauguin).

Vlaminck (1876-1958) se caracterizó por sus retratos de paisajes. Fue uno de los artistas que participó en el Salón de Otoño y se dedicó a escribir cuentos que Derain le ilustraba. En el "Sena en Chatou" podemos comprobar la fuerza de su pintura, basada en planos duros de azules que chocan con el verde del paisaje.Su amigo
André Derain (1880-1954) quizás fue más influenciado por Gauguin como así podemos ver en "La Bailarina", o por el Impresionismo, como el "Puente de Charing Cross". Más tarde, experimentó con la escultura, llegando a diseñar ropa.

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