Con motivo de su éxito como imperio, el pueblo romano inauguró en el año 13 a.C la construcción del Ara Pacis o Altar de la Paz. Terminado en el 9 a.C,su significado era evidente: tras una época de duras guerras y violencia, el Imperio Romano traía la paz al mundo.
En el Ara Pacis podemos observar la Suovotaurilia, esto es, el sacrificio de un toro, un carnero y un cerdo, mediante el oficio de Augusto como Pontifex Maximus (máximo cargo religioso en Roma), acompañado de sacerdotes y vírgenes. En las esquinas del edificio, podemos observar grifos decorativos y ramos de acanto, con influencias claras procedentes de los artistas de Asia Menor (Pérgamo). Así mismo, en los laterales,divididos a su vez en dos partes. En la parte superior, guirnaldas colgantes y bucráneos, mientras que en la parte inferior destacan representaciones de plantas y flores habitadas por animales. Especialemente relevante, el animal de Apolo, el Cisne. Por encima de esta banda, encontramos el desfile de la procesión ceremonial encabezada por Augusto, con un innegable regusto del Friso de las Panateneas del Partenón de Atenas (s.V a.C), ya que las figuras poseen un gran naturalismo y realismo, interrelacionándose entre ellas, pero con la diferencia respecto del Friso de Panataneas en que hay un segundo nivel, al fondo, de figuras.
Así mismo, en la parte exterior situadas en las puertas de acceso, se encuentran realizados bellos relieves de factura neoática (helenismo), donde destacan el Sacrificio de Eneas frente a un templo de Penates o el soberbio "Italia".
Me ocuparé en concreto de este relieve. Representa la paz en el mundo que ha traído Roma. La Madre Italia o Madre Tierra está escoltada por personificaciones del Agua y del Aire (serpiente marina y cisne, serían los animales que acompañan a dichas personificaciones). La Madre Italia tiene en su regazo a dos hijos, que juegan con la abundancia de la fertilidad que su madre tiene depositado encima de su vientre. El perfil de Italia es de una factura impecable, y el juego de sus paños mojados nos remite claramente a la maestría de tiempos clásicos, aunque a la par, tiene reminisciencias de la Escuela Neoática del helenismo. Si nos fijamos en la parte inferior, el Toro y la Cabra demuestran al espectador la prolifidad de Italia, que no solamente es rica agrícolamente, sino también en su ganadería.
Por tanto, es el Ara Pacis una buena muestra del pragmatismo romano al servicio de la propaganda por medio de un monumento conmemorativo y de connotaciones religiosas, así como una respresentación clara del concepto romano de asimilar lo bueno que podía aportar a Roma lo interesante de otras culturas. Por ejemplo, las influencias helénicas son notorias, al igual que algunos aspectos orientalizantes propios de los contactos en la zona de Oriente Medio.
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