jueves, 29 de diciembre de 2011

Los reinos peninsulares en la Edad Media (II).

SIGLOS XI - MITAD DEL SIGLO XII.


  EL PROTAGONISMO DE NAVARRA.
A principios del siglo XI, el monarca navarro Sancho III obtuvo una importancia capital para entender por un lado, la culminación del desarrollo de los diferentes reinos cristianos hasta entonces, y por otro, explicar el origen de la deriva de los reinos de Castilla y Aragón, ejes fundamentales de la Reconquista. Durante su reinado, comprendido entre 1005 d.C y 1035 d.C, el soberano navarro logró anexionarse Castilla y ocupar la cidad de León, llevando la influencia de Navarra incluso hasta Ribagorza. Esa tarea de organización de sus diferentes posesiones a través de vínculos vasalláticos consumió prácticamente el reinado de Sancho III, quien se desentendió en cierta medida de la política exterior con Al-Andalus. Además, la introducción del rito cluniacense diferente al ritual litúrgico hispano tradicional le consagró como el primer rey europeo que adoptó dicho rito. La labor de Sancho III fue vital para la consolidación del Camino de Santiago como vía de peregrinación que vertebró la Europa medieval que hoy conocemos. A su muerte, Castilla quedó como reino independiente bajo el mandato de Fernando I, mientras que Aragón estuvo bajo el mandato de Ramiro I.

LOS REINOS INDEPENDIENTES: CASTILLA Y LEÓN.
Llegamos así a la existencia de los dos motores principales de la Reconquista peninsular. Navarra, por su enclave geográfico, vería su papel reconquistador reducido drásticamente hasta desaparecer, pues el avance y el ensanche de las fronteras de Castilla y Aragón cerraron su posible avance hacia el sur por el valle del Ebro. Esto obligó a Navarra a concentrarse en asuntos ultrapirenaicos, siendo habitual en las disputas territoriales entre Francia e Inglaterra mucho más adelante.
En el caso de Castilla, Fernando I impulsó la conquista de las tierras de la Extremadura. Os aclaro que cuando hablamos de Extremadura, no es de la comunidad autónoma actual o de sus límites. Extremadura procede del latín Extrema Durii, es decir, "tierras más allá del Duero". Como solía ser habitual en la Reconquista, los avances cristianos dependían de la coyuntura política de Al-Andalus. Superada la fase virulenta que había significado Almanzor y sus razzias de castigo sobre Santiago de Compostela o Barcelona, los reinos cristianos aprovecharon el momento vacilante de Córdoba tras el dictador. A la muerte de Fernando I la unidad de Castilla quedó en entredicho. Como solía ser habitual en los monarcas de tiempos atrás, el reino se concebía como parte del patrimonio del propio rey, y eso se traducía en repartos territoriales del reino entre sus descendientes. Exactamente, eso ocurrió con Sancho, Alfonso y Urraca, descendientes de Fernando I, quienes obtuvieron Castilla, León y la ciudad de Zamora respectivamente. La guerra civil se desató cuando Sancho pretendió la corona de León asediando la ciudad de Zamora, muriendo allí a traición. Esto precipitaría el acceso al poder de Alfonso, su hermano, quien aglutinó el reino en sus manos siendo rey de Castilla y León (y aquí podríamos citar la leyenda de El Cid y la jura de Santa Gadea de Burgos en la que renegó de servir a Alfonso VI). Una vez en el trono, Alfonso VI ejercería una labor impresionante en la Reconquista, avanzando la reconquista por el valle del Tajo y logrando la resonante toma de Toledo en 1085. Esto fue todo un hito para las armas cristianas. Se recuperaba la sede primada del arzobispado de Toledo y la antigua capital del reino visigodo. A pesar de la furibunda reacción de los almorávides, que se habían alzado con el poder de los reinos de taifas andalusíes, Alfonso VI conservó la posición toledana y eso fue fundamental para el posterior avance de la línea de frontera hacia el sur en el siglo XII.
Mientras tanto, en el caso de Aragón, Ramiro I retomó las campañas militares encaminadas a la Reconquista del Valle del Ebro, mientras que en los condados catalanes Borrell II tiempo atrás había conseguido la ruptura de los catalanes con los francos. Sin embargo, durante el siglo XI, los avances por el Ebro no obtuvieron grandes resultados. No sería hasta el siglo XII cuando Alfonso I El Batallador tomase la ciudad de Zaragoza en el año 1118 y ocupase Tudela y Tarazona.

Sello de Alfonso III de Portugal. Se puede
leer "Alfonso Hijo del Rey de Portugal
conde de Bolonia".
UN NUEVO REINO: PORTUGAL.
Alfonso VI, entre sus títulos, ostentaba ser rey de Galicia. Conforme la reconquista progresaba hacia el sur, cedió el condado de Portugal a su hija Teresa casada con Enrique de Borgoña. El hijo de esta unión, Alfonso Henrríquez, alcanzaría el trono y conseguiría la victoria frente a los almorávides en la batalla de Ourique en 1139 d.C. Con la puesta del trono portugués bajo el auspicio pontificio, el condado portugués se convertiría en el reino de Portugal con Alfonso Henrríquez como primer monarca portugués.
CASTILLA.


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