miércoles, 19 de octubre de 2011

El Islam (II).

Alá.

El Islam se define como una religión monoteísta, pero eso no significa que no existan permanencias en su doctrina que procedan de los tiempos pasados, cuando las tribus beduinas y las culturas locales sedentarias creían en un amplio panteón de dioses. Alá era uno de ellos, pero tras el triunfo de la labor del Profeta, se convirtió en sinónimo de Dios. Un único Dios todopoderoso, parecido en sus atribuciones a las de las otras religiones del libro como el judaísmo o el cristianismo. Un Dios creador que en el final de los tiempos juzgará a los creyentes, en función de su comportamiento en vida. Atención especial merece esto último, pues Mahoma no sólo creó una religión sino además un código moral y ético que cambiaría los aspectos tribales más perniciosos para un conjunto social transformándolos en barreras para conseguir la bendición de Dios.

Mahoma.
La figura de Mahoma es atractiva para los estudiosos e interesados. De la familia Quraysí, la vida de Mahoma transcurría como la de otros mercaderes entre La Meca y Medina, llevando y trayendo mercancías. Por tanto su conocimiento exacto de la cultura beduina le permitió contar con los rudimentos necesarios para después de la Revelación (quran) tener herramientas para propagar la nueva fe. La vida del mercader, casado con una mujer mayor que él (Jadiya), tendría un momento vital trascendente que supondría un cambio total no sólo en su vida, sino en la de cada uno de los individuos que habitaban la península Arábiga allá por el siglo VII d.C después de nuestra era.

Estando en reflexión consigo mismo en La Meca, Mahoma, según la tradición, cayó en un profundo sueño. En éste, el arcángel Gabriel (Yibril) le anunciaría que guiaría al pueblo de Ismael trayéndoles la palabra de Dios. Desde ese instante, el nuevo profeta se consagró a su vuelta a La Meca a predicar. Es necesario tener en cuenta que si bien esto puede parecer algo fácil y sin ningún tipo de peligro, no era así. En La Meca, los ritos politeístas eran seguidos no sólo por la población de a pie de forma rigurosa, sino por la élite política local (entre los que destacaban los Quraysíes), que se beneficiaba del control de las rutas comerciales caravaneras que discurrían por La Meca y cimentaba su poder en parte sobre la religión imperante. En sus comienzos, Mahoma fue contemplado como otro profeta más excéntrico, pero pronto, la capacidad del Profeta destacó de entre los otros que abarrotaban las plazas de la ciudad. En poco tiempo, congregó tras de sí a numerosos creyentes, lo que suponía una amenaza para la élite local. Ésta reaccionó llamando al orden a Mahoma para después, al ver que sus amenazas no surtían efectos, intentar eliminarlo. Sin embargo, Mahoma logró escapar de La Meca a Medina (Yatrib) acompañado de ciento cincuenta fieles. Resulta llamativo decir que la misma familia Quraysí poseía el control de La Meca y que repudió a Mahoma como integrante.

El Profeta pondría en juego sus conocimientos previos propios de su cultura. Los beduinos eran dados a la lucha, a los combates e incursiones rápidas que desgastaran a sus enemigos hasta vencerlos. Desde Medina, era habitual que las fuerzas del Profeta atacasen intereses mecanos hasta finalmente, en el año 630 d.C, conquistar La Meca.

Mahoma, desde un punto de vista religioso, debe ser considerado, desde la óptica doctrinal islámica, como el "sello de los profetas". Esto quiere decir que ningún otro profeta posterior a él puede recibir dicha denominación, pues aparte de otras cosas, Mahoma es considerado el "profeta perfecto". Desde él, el creyente debe esperar al fin de los Tiempos para que Alá imparta justicia. Podemos dilucidar que Mahoma es colocado no sólo a la par, sino por encima, de otros profetas de una larga serie entre los que destacan Noé, Abraham, Moisés o Jesús de Nazaret. De hecho, en el Corán, se reconoce la labor de estos profetas anteriores a Mahoma, pero a éste siempre se le considerará como "sello de profetas".

Como figura política, Mahoma será el responsable de la unificación de las tribus y familias árabes, existiendo un hito clave para ello cuando la familia enemiga Quraysí prometió pleitesía y se convirtió a la nueva fe. Desde ese momento, la violencia y pugna natural de los beduinos se redirigió y encaminó hacia objetivos comunes para la Umma (Comunidad Islámica). De esa manera, en poco tiempo, se procedió a la unificación de la península Arábiga y la exploración de los territorios de Mesopotamia y análisis de las fronteras y ejércitos de bizantinos y persas enfrentados al norte. Acompañado por personajes fundamentales para la consolidación del Islam, como Abu-Bakr, Mahoma trascendió a otra vida dejando su labor inconclusa en manos de los califas, cargo que aunaba la autoridad política y religioso.

El Corán.
Los libros revelados tienen como característica radical el que su génesis se encuentra en el mismo Dios al que se consagran sus textos, ya que es éste el que a través de sus profetas e intérpretes ve hecha reflejada en la escritura su voluntad. En el caso del Corán (revelación), Alá es revelado a Mahoma, quien recoge sus enseñanzas en un compendio (esto en sí mismo es considerado un milagro y una justificación, pues Mahoma era analfabeto . A lo largo de sus 114 suras, el creyente encuentra no sólo una guía para su creencia, sino principios y modelos de comportamiento propios y en comunidad, que son desvelados y desarrollados mediante la rigurosidad de sus principios o Pilares del Islam.

Las 114 suras son los capítulos en los que se compartimentan los textos sagrados, y a su vez, se dividen en aleyas o versículos.

Las grandes religiones monoteístas confluyen en la toma de un libro sagrado como referencia. El Judaísmo y su Torah (La Ley) y el cristianismo y la Biblia (que une los textos del Antiguo y el Nuevo Testamento) fueron referencia clara para la elaboración del Corán. El contacto de Mahoma con los judíos de Medina y después con las creencias cristianas de Oriente Próximo le dotó de conocimientos exhaustivos para expresar su doctrina. Ahí se encuentra la explicación de que desde el Islam, a judíos y cristianos se les denomine "dimníes", protegidos o "gentes del Libro".

Sin embargo, tenemos que pensar en un detalle importante. El Corán, lejos de ser un texto único y discontinuo en el tiempo, como es natural ha ido a lo largo del tiempo ampliándose y completándose con recopilaciones e interpretaciones (hadit) de otros sabios, de la misma manera que las enseñanzas de Jesús en el Nuevo Testamento se ampliaron con las inserciones de Mateo, Lucas o Pablo en tiempos posteriores.

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