miércoles, 18 de noviembre de 2009

El nacionalismo en el siglo XIX.

Dedicado a mis alumnos y alumnas del IES Guadalentín de Pozo Alcón, Jaén, con mucho cariño.
Pensar en el nacionalismo hoy día conduce a interpretaciones algo politizadas sobre este movimiento. Debemos tener en cuenta que el nacionalismo es un sentimiento, un sentimiento que se entronca claramente en el romanticismo a la hora de encontrar una razón de su existencia.

¿De dónde procede el nacionalismo?

A grandes rasgos, el nacionalismo tiene sus orígenes modernos en la obra de Rousseau, el filósofo que indicó la existencia de una voluntad política (soberanía nacional) cuando una comunidad de personas decidía por consenso establecer un gobierno de todos que partía de ese mismo consenso. Esa comunidad de personas serían personas que tenían algo que ver entre sí y que las hacía identificables respecto de otras comunidades. Por tanto, una nación para el nacionalista sería una comunidad de personas que deciden conformarse como nación y autogobernarse.

Por otra parte, el romanticismo dará esa clave sentimental y emocional que es tan bella y difícil de explicar en el nacionalismo. No hay explicaciones lógicas o racionalistas. Se pertenece a la comunidad y esto genera una serie de lazos entre sus integrantes que en ocasiones (ya veremos las tipologías de nacionalismos más adelante) están por encima de las mismas personas. El nacionalismo tiende a mitificar el pasado y a envolverlo en glorias pretéritas que quizás nunca existieron para justificar su existencia. Otro nexo del nacionalismo y el romanticismo estribaría en la visión mítica de la Edad Media, en la que los pueblos europeos se configuran como primeros reinos y son vistos por tanto como los antecesores de las naciones modernas. Me explico. En el caso de Italia, los longobardos y la Corona de Hierro, en Alemania el ciclo de relatos germánicos con Sigfrido y el collar de los Nibelungos, en España don Pelayo y los últimos cristianos, en Francia Juana la Loca o Clodoveo...

Como el profesor Lazo dijo en sus clases, la base del nacionalismo es muy simple: nosotros somos nosotros porque no somos ellos. Muchas veces, éste es el criterio que valida a un nacionalista. No tenemos que irnos muy lejos de España para comprobarlo.

¿Existen varios tipos de nacionalismo?.

Sí, por cada tipo de nación existente. Pero si tuviéramos que generalizar, podríamos exponer dos versiones:

a) Alemana: Basada en la pertenencia a una comunidad por lengua, cultura y religión. Suele ser la noción de nacionalismo a la más se le conoce hoy día. Según la doctrina alemana, un individuo pertenece a la comunidad nacional lo quiera o no, se sienta o no alemán, puesto que la nación está por encima de cualquier placer o gusto individual.

b) Francesa: La pertenencia a la comunidad se contrae por un acuerdo y se fija más en cuanto a ser ciudadano o no del país. Nadie puede sentirse francés sino quiere ser francés, y no existe ningún tipo de imperativo que obligue a esa persona sentirse francesa.

El nacionalismo italiano.

Sueño mítico nacional: el Imperio Romano.

Precedentes: En el caso de Italia, tenemos que tener en cuenta durante más de mil años, tras la caída del Imperio Romano de Occidente en el 476 d.C, Italia no había existido como nación única, puesto que el poderío del Papa y sus territorios propios (Estados Pontificios) y los intereses de otras potencias europeas cercanas (España y Francia en el siglo XVI y Austria en el siglo XVIII y XIX) había impedido cualquier atisbo de unificación. Ya Maquiavelo en el siglo XVI denunciaba la desidia de los italianos para unirse y la necesidad de algún tipo de paladín que se arrancase a liderar un proceso de unificación entre los pueblos italianos, sin que fuera necesariamente italiano (algunos autores indican que "El Príncipe" de Maquiavelo se refería quizás a la figura de Fernando el Católico).

Proceso de unificación: Tras el Congreso de Viena, la presión austríaca sobre los reinos del norte de Italia es cada vez mayor, y la expansión del liberalismo por Napoleón años atrás había prendido entre la intelectualidad italiana la necesidad de comenzar a moverse para conseguir ese sueño. Démonos cuenta de que Italia se encontraba dividida entre el Reino de Piamonte Cerdeña, que intentaba liderar la unificación y que más adelante será la pieza clave o país motor, los territorios dominados por Austria (una potencia imperialista absolutista) como la Lombardía y el Véneto aparte de su influencia sobre el Véneto, Modena y la Toscana, los Estados Pontificios dominados por el Papa como si fuera una monarquía feudal, y el reino de Nápoles regentado por una familia real absolutista.

Desde un principio, sociedades secretas como los carbonarios e ideólogos como Mazzini se organizaron para expandir su ideario nacionalista por Italia, participando en la creación de otras organizaciones nacionalistas incluso fuera de su país, en Europa y promoviendo revueltas populares. Incluso Verdi, el gran compositor, apoyaba con sus composiciones la causa nacionalista y su apellido fue empleado como acróstico para las reclamaciones nacionalistas: V iva E mmanuel R ei D' I talia (en referencia al monarca Victor Manuel II de Piamonte Cerdeña).

Sin embargo, aquellos primeros intentos no tuvieron resultados consolidados hasta que contaron con el apoyo de políticos de primer orden, como el conde Cavour y el rey Victor Manuel II, y el apoyo militar del reino de Piamonte Cerdeña. Por ejemplo, el caso del Conde Cavour fue fundamental ya que este personaje fue el que tomando el impulso en la teorías nacionalistas que justificaban el "Risorgimento" o resurrección de Italia, desarrolló una ardua tarea política para involucrar a otras potencias europeas en la necesidad de apoyar la idea de una Italia unificada, como así ocurrió concretamente con la inclusión de Francia apoyando a los nacionalistas italianos contra los austríacos en las batallas de Magenta y Solferino, que a la postre, darían la primera gran victoria a los italianos y la expulsión de Austria de sus fronteras. Más tarde, de nuevo gracias a Cavour, se logrará que Giussepe Garibaldi donase el Reino de Nápoles a Victor Manuel II.

Finalmente, en 1861, Italia pasaba a ser un país unificado aún teniendo territorios en conflicto. A nota curiosa, explicar que en Los Pactos de Letrán de 1928, solventaron el problema que desde 1861 el Papado tenía con el reino de Italia, al que no reconocía por habérsele arrebatado los territorios de los Estados Pontificios. Además, existiría aún el Irredentismo, es decir, el concepto de algunos nacionalistas italianos sobre que el proceso de unificación no había concluido puesto que territorios como Trieste, Istria y Dalmacia aún no se habían incorporado a la madre patria.

Hoy en día, para que comprendáis por qué es interesante el estudio de la Historia, y lo mucho que habla de nosotros, los seres humanos, hay movimientos nacionalistas italianos que pugnan por independizarse del resto de Italia. Por ejemplo, la Lega Nord de Umberto Bossi, que persigue la independencia de la parte norte de Italia acusando a los territorios del sur de Italia de vivir del esfuerzo de los norteños y a Roma de su política centralista.

Y si queréis, ved la película de 1963: El Gatopardo, ambientada en estos convulsos años de nacionalismo italiano.

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